jueves, 29 de mayo de 2008

Más andanzas y museos

Sin andarse con rodeos, me gustan los museos. De hecho quizá me he quedado corto; me gustan mucho los museos. Ya está, ya lo he dicho, un peso que me he quitado de encima. Creo que junto con mi afición por los comics es una de esas cosas que más sorprende e incluso molesta a algunos necesitados de Bálsamo de Fierabrás. Pues mira que eres aburrido chaval, te comentan mientras te dan un meque en la espalda, condescendientes ellos.



La verdad es que bien útil que me fue ese gusto en mi viaje a la Ciudad de los Puentes, porque hizo un tiempo perfecto para quedarse en casita, tomándose un caldo caliente y mirando mientras por la ventana como llueve y el frío que hace. Pero claro no era ese el plan, después de dejarme una pasta en el tren y sobre todo en ese hotel imperial, no me iba a quedar encerrado intentando descifrar a los expertos y al chulo de su jefe (Horacio zanahorio) en la tele. Tampoco es que estuviera los cinco días sin hacer otra cosa que ver estatuas, tumbas y cuadros; de hecho, alguno demasiado famoso sólo pude intuirlo, de las capas y capas de turistas que en ese momento estaban tomando la foto de su vida. Que tíos, ese prodigio de originalidad cuya composición y encuadre únicos sólo se le ocurre a ellos... a ellos y a los cientos de miles de turistas que a lo largo del año se agolpan cámara en ristre delante de la dichosa pava mirándola sólo a través de sus dichosos objetivos, nunca parándose a contemplarla sin más con sus propios ojitos. Me imagino esa misma foto haciendo bostezar a tantas parejas de amigos que han sufrido la emboscada de cena más sesión fotográfica de postre, en casa de esos millones de orgullosos (ex)turistas. Menudo empacho.

En fin que el viaje estuvo muy bien, que los pocos ratos que hizo bueno también disfrute paseando la ciudad y algún jardín/parque que se dejó y que la comida a pesar de esa fama mundial me pareció mediocre y demasiado cara en general, si bien encontré chocolate cojonudo de calidad y precio. Los locales no me parecieron tan antipáticos como me los habían pintado, claro que yo intentaba siempre chapurrearles en su idioma y eso por lo visto es un punto a favor; debe ser que se apiadaban de mis patéticos intentos de pronunciar correctamente la palabra "dos", todavía se deben estar partiendo de mí y todavía ahora no entiendo el por qué.

Algunos libros leídos últimamente, éste decepción y no lo recomiendo, éste cada vez más frío y seco el autor pero merece la pena, éste uno de los mejores que he leído en los últimos tiempos.

jueves, 15 de mayo de 2008

Entierro vikingo

Como no podía ser de otra forma he incumplido mi único buen propósito de año nuevo, se trataba de actualizar esto con cierta (mucha más) frecuencia. En fin vamos al lío que tengo mucho que compensar. Hace ya unos meses que me vi obligado a jubilar mi antiguo ordenador. Soy de los que les cuesta tirar cosas que no estén rotas horrores, y no porque les coja apego (cuando se rompen de una vez es casi una fiesta) sino porque me parece un desperdicio imperdonable. En este caso y siendo sincero mi PC (Alvin) era todavía útil, al menos eso pensaba yo hasta que intenté regalarlo a quien le pudiera interesar... el resultado fue descorazonador.

Mis amigos o conocidos no dudaron un instante en darme un no como respuesta; en ebay había pujas desiertas por equipos mucho mas nuevos que el mío ¡y el precio de partida era 0.01!; hay organizaciones benéficas que piden como donación el ordenador que ya no usas, pues las que encontré en Internet o directamente clasificaban el mío como demasiado viejo para sacarle cualquier partido, o bien como un peligro para la salud por la cantidad de gérmenes que seguramente habría acumulado con el tiempo...alguna otra me daba la opción de pagar por "hacerse cargo" de él la nada módica cantidad de 10.000 de las antiguas pelas.



Como ya he dicho no les tengo apego a las cosas, pero ya has visto que mi PC tenía hasta nombre propio, premio si adivinas de donde viene. Razones para tenerle cariño a Alvin: el primer ordenador que pagué íntegramente con mi dinero, y bien que me costó por cierto; la única tele que tuve durante años fue su monitor; su unidad de DVD me permitió ver mis primeras películas con calidad digital en casa; hice con él el proyecto de la universidad; me hacía "copias de seguridad" de cds de música con su grabadora; se comió mis varias mudanzas sin rechistar y, finalmente, se trasnformó en la central de descargas. En total 8 añitos de mi vida compartidos con él.

Tanto tiempo pasa factura y en algún viaje por tierras transatlánticas compré un sustituto más pequeño, más potente, menos ruidoso...en fin no sigo que ofendo su memoria. El caso es que por los muy buenos servicios prestados no quería separme de él de cualquier forma. Yo queria darle un entierro vikingo.

Imagina que suena de fondo la música de Gladiator mientras lees lo siguiente: Que su CPU cansada y victoriosa se deslizara majestuosa en una balsa de madera en llamas, mientras parte de sus cenizas se confundieran con el contaminado cielo y los restos se hundieran en el ponzognoso río de esta ciudad. Que fuera recibido con honores de guerrero caído en batalla en el Valhalla de los ordenadores. Que desde allí me contemplara transfigurado en espíritu, junto con el Oric y el Commodore 64 mientras escribo esto, a modo de Yoda/Ben Kenobi/Anakin al final del Retorno del Jedi comtemplando orgullosos a Luke... y tristezas de las tristezas lo tuve que dejar en el contenedor de la basura. Cochina y fea realidad. Adios Alvin, tu memoria aún vive (literalmente porque conservo la RAM).